Iba un abuelo por el bosque cuando escuchó a sus pies una débil voz.
Se agachó y descubrió que quien le hablaba era una ranita:
"Soy una princesa hermosa, erótica y sensual, diestra en todos los
placeres de la carne y el amor.
La reina mala, envidiosa de mis encantos, me convirtió en rana,
pero sí me das un beso, volveré a ser quien era y te daré todos los goces
y deleites que mi voluptuoso temperamento y mi ardiente concupiscencia pueden producir".
El viejo levanta la rana y se la echa en el bolsillo.
Asoma la cabeza la ranita y le pregunta muy desconcertada:
¿Qué? ¿No me vas a besar? ¡No! -Respondió el viejecito. A mi edad es
más divertido tener una rana que habla, que una maniática sexual.
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jajaja, este chiste lo publiqué en mi blog hace días, con ilustración y todo.
Saludos
Corto y bueno
voy a ver la ilustración Saludos!